Los waoranis, nacionalidad indígena que habita en la Amazonía, comienzan a vislumbrar el fin de la extracción de petróleo en sus territorios con el histórico plebiscito celebrado en el país para cerrar el Bloque 43-ITT, uno de los principales yacimientos, pero temen que el abandono del campo les pueda dejar contaminación en forma de chatarra y productos tóxicos.
Los waoranis, nacionalidad indígena que habita en la Amazonía ecuatoriana, comienzan a vislumbrar el fin de la actividad petrolera en sus territorios con el histórico plebiscito celebrado en Ecuador para cerrar el Bloque 43-ITT, uno de los principales yacimientos de crudo del país, pero temen que el abandono del campo les pueda dejar contaminación en forma de chatarra y productos tóxicos.
La llegada de la industria petrolera al territorio waorani hace unos sesenta años cambió para siempre la vida de este pueblo, que hasta entonces había vivido prácticamente aislado y al margen del resto de la sociedad ecuatoriana, conforme sus costumbres y modo de vida ancestral.
Después de más de medio siglo de convivencia con las petroleras, algunas de las comunidades del pueblo waorani no perciben que la riqueza natural que se ha extraído de su subsuelo se haya reflejado en un desarrollo pleno para ellos, pues aún carecen en determinados casos de servicios básicos como electricidad o agua potable.
El año pasado los waoranis protagonizaron protestas contra Petroecuador que incluyeron un ataque a instalaciones con al menos cinco militares heridos y daños a la infraestructura.
La Nacionalidad Waorani del Ecuador (Nawe), la organización que agrupa a las 87 comunidades de este pueblo indígena, esparcidas por un vasto territorio selvático de dos millones de hectáreas, reclama ser parte del comité creado por el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, para dar cumplimiento al cierre del Bloque 43-ITT, conforme lo determinó el 58,95% de los ecuatorianos que votaron a favor del cierre de esta explotación en el plebiscito celebrado el 20 de agosto de 2023.
«Queremos ver con nuestros propios ojos y queremos que respeten nuestros derechos», asevera a EFE la vicepresidenta de la Nawe, Ene Nenquimo, cuya organización hizo una ferviente campaña a favor de dejar bajo el subsuelo reservas de petróleo del ITT (campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini) valoradas en unos 13.800 millones de dólares para los próximos veinte años.
A cambio de esta decisión se buscó dejar libre de actividad petrolera parte del Parque Nacional Yasuní, que alberga una de las mayores concentraciones de biodiversidad del planeta y que está habitado principalmente por waoranis y por pueblos indígenas en aislamiento voluntario como los tagaeri, taromenane y dugakaeri.
El plebiscito únicamente era vinculante para el Bloque 43-ITT, el más moderno y reciente de los cuatro bloques en actividad en el Yasuní, donde también están los bloques 16, 67 y 31, todos operados actualmente también por la petrolera estatal ecuatoriana Petroecuador.
El ‘Comité de Ejecución de la Voluntad Popular Yasuní’, creado por Noboa, está conformado únicamente por miembros del Gobierno y por Petroecuador, que opera el ITT desde su inicio en 2016. Los waoranis se sienten excluidos de ese órgano de decisión para un proceso de desmantelamiento que les atañe directamente.
«La preocupación más grande que nosotros tenemos es el impacto ambiental», reconoce Nenquimo, mientras revisa un pozo aparentemente abandonado en el campo Tivacuno, del Bloque 67. «Nos preocupa mucho porque el Estado ecuatoriano dice que va a desmantelar totalmente, pero tampoco sabemos de qué manera lo van a dejar técnicamente», agrega.
*Con información de la agencia EFE*